domingo, 11 de octubre de 2009

Pensar en otro...

Queremos controlarlo todo, y cuando estamos enamorados, la individualidad del otro nos da miedo. Si hay un punto al que no llegamos, que no se nos revela, nos inquieta. Saber qué le pasa íntimamente, es un derecho que hay que ganarse, que lleva años. Y que muchas veces, no están dispuestos a concedernos.

Cuando se elige estar en pareja, se sella un acuerdo de convivencia, un pacto que busca garantizar respeto, armonía. La fidelidad suele encabezar estas pautas para la mayoría de las personas. Como no todas tienen la misma idea de lo que es ser infiel, conviene aclararlo. Un dato importante a tener en cuenta es que los pactos se hacen sobre la base de lo real, de lo que sucede, de lo que existe; no sobre abstracciones, menos sobre fantasías, deseos. Entonces, ¿tenemos que sentirnos engañados cuando quien nos ama piensa en otra persona? ¿Tenemos derecho a enojarnos si esos pensamientos tienen lugar durante el sexo?

Lorena B. está casada hace casi diez años, tiene un hijo, y su vida familiar no ha tenido sobresaltos. Es feliz o eso cree. Un día, camino a su trabajo, se encuentra con un viejo novio de la adolescencia, que la había dejado y del que ella estaba profundamente enamorada, y acepta ir a tomar un café con él. Tenerlo enfrente nuevamente la traslada en el tiempo, se siente joven, hermosa, y atesorada por el corazón de su ex, del que escucha un montón de recuerdos compartidos, de los que ya se había olvidado. Mientras la charla transcurre, el deseo se hace tangible. ¡Cómo querría poder concretar viejas asignaturas pendientes! Pero se despiden y quedan en verse algún otro día, como suele pasar cuando uno se encuentra con alguien que hace muchos años no ve.

Lejos de haber sido ese solo un buen momento vivido, Lorena siente el dilema de tener que elegir entre su presente, y ese pasado. Compara a su ex con su marido, aunque sabe que solo del primero tiene una percepción de quien realmente es. Está confundida, no puede dejar de pensar en lo que fueron y podrían haber sido. Tiene ganas de más. Deseo que por otra parte, es difícil que pueda concretar, salvo que tome la iniciativa. Y tiene miedo. Además, se pregunta cómo hará para convivir con ésta sensación de engaño; cómo mirará de frente a su marido después del vendaval que ha experimentado su corazón.

¿Has vivido como un engaño una experiencia que solo tuvo lugar en tus fantasías?

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